En 1615, en la ciudad peruana de Lima, una religiosa beata conocida como Rosa (Isabel Flores de Oliva, 1586-†1617) encabeza una rogativa ante el posible desembarco de naves de holandeses, que ya habían asaltado el puerto vecino de El Callao. Sin previo aviso, una gran tormenta impidió a las embarcaciones acercarse a tierra y, de esta manera, la ciudad de Lima quedó salvada. Los creyentes comenzaron a atribuir la presencia de la tormenta al poder místico de Rosa.
Esta leyenda se popularizó en Argentina, especialmente en la zona del Río de la Plata, en Córdoba y en la región de Cuyo. En la provincia de Mendoza, uno de sus departamentos lleva su nombre, pese a que es una región realmente seca, y es muy poco frecuente que la tormenta se produzca allí.
Si bien se espera que la tormenta de Santa Rosa sea el mismo 30 de agosto, fecha de la patrona, de acuerdo a registros del Servicio Meteorológico Nacional Argentino (SMN) desde 1906, en sólo nueve oportunidades la tormenta coincidió con esa fecha.
De todos modos, los meteorólogos realizaron estudios que niegan que las tormentas desatadas en ese período sean las más intensas.
Asimismo, un análisis estadístico realizado para la Ciudad de Buenos Aires entre los años 1870 y 2004 reveló que sólo en el 12 % de los casos se pudieron verificar tormentas entre los cinco días antes y los cinco días después del 30 de agosto.
- La cuestión climática
Según los meteorólogos, durante el invierno no suelen ocurrir tormentas, dado que para su desarrollo se requiere la concurrencia de ciertas condiciones atmosféricas y energéticas que son más propias de la primavera y el verano. Sin embargo, al aproximarnos al equinoccio de primavera del hemisferio sur, el acercamiento paulatino de la Tierra al Sol produce importantes cambios en la circulación atmosférica regional para fines de agosto
La presencia de aire cálido y húmedo proveniente del norte, sumado al aumento de la radiación solar sobre el suelo y a la entrada de perturbaciones sinópticas desde el oeste, puede dar lugar a la aparición del fenómeno de tormenta al final del invierno, en fechas cercanas al 30 de agosto.
Eso explicaría la regularidad del fenómeno y que, por la fecha en que se produce, sea atribuido a Santa Rosa de Lima.