(Nogolí, 9-11-11) Editorial
Pasaron las elecciones generales, pasaron los festejos, pasaron los enojos, pasaron las agresiones, pasaron cosas… y quedó un sabor amargo para algunos y a otros, el gustito a la victoria.
Los elegidos ya están trabajando para asumir su cargo en diciembre. Esta etapa de transición tiene principalmente a los nuevos intendentes de Nogolí y de Villa de la Quebrada, en la ardua tarea de evaluar donde están parados, para recién proyectar su gestión y programar los primeros pasos a dar.
Las cuentas de estos municipios son un misterio y los ciudadanos poco y nada sabemos de ellas. Falta de transparencia, falta de información y falta de participación con la ciudadanía es lo que la mayoría de los vecinos percibimos de las gestiones que se van.
Ya estamos como acostumbrados, pero no por eso resignados. Mucho más en estos tiempos tecnológicos donde la información viaja instantáneamente. Con la ayuda de los medios de prensa y con el boom de las redes sociales donde todos somos cronistas de la historia, ya poco es lo que se puede ocultar. Ya no hay excusa para comunicarse y hasta me atrevería a decir que la gente está más suelta y decidida a mostrarse y opinar.
Así también ocurre con nuestros nuevos representantes que, entienden que ya son otros los tiempos que corren. Comprenden que mantener este oscurantismo al que nos tenían acostumbrados muchos de los que ya han pasado, no le sirve a nadie y que además, perjudica su imagen. Estar desconectados con el pueblo y privarlos del acceso a la información, al debate y a la participación, además de manchar su imagen, no contribuye al crecimiento del pueblo y de sus habitantes.
A Melián en Nogolí y a Lobos en La Villa les espera una ardua tarea si es que los objetivos de ambos es lograr el cambio tan ansiado por los vecinos.
¿Harán público sus bienes patrimoniales para que al finalizar su mandato podamos juzgar su comportamiento como administradores de los recursos que son de todos?, ¿harán público el estado en el que se encuentran las cuentas?, ¿La ley dejará de ser sólo una palabra vacía para convertirse en el ayudante n°1 de los gobernantes del pueblo?, ¿Se hará justicia y llegará la igualdad?, ¿se terminará con el amiguismo y la corrupción?...
Por ahora todo es expectativa. La ansiedad ataca a los más curiosos y esperanzados, mientras el desinterés total prevalece sobre los indiferentes y desanimados que se dejaron vencer con tantas malas experiencias del juego y del mal uso de la democracia en manos de los inescrupulosos de siempre.
Silvana Sola