(Nogolí, 10-8-11) Editorial -Edición papel agosto, 2011-
Así, contra las cuerdas, estuvo el Intendente Comisionado de Nogolí durante todo el mes de julio. Esa situación pugilística, con la que se suele identificar a una persona acorralada, es la que mejor lo identifica.
Sus golpes de defensa no fueron efectivos –aunque bajos-, por el contrario fueron golpes al aire y volvió a quedar en el rincón del cuadrilátero una y otra vez.
Sergio Amieva quiso cargar sus culpas sobre una “corporación para desprestigiarlo políticamente” y hasta tuvo el tupé de decir que fue quien escribe esta editorial y dirige este medio informativo quien sobornó a los empleados municipales para que declaren falsas denuncias públicas en su contra.
Acosado por todos los sectores periodísticos provinciales, Amieva, no tuvo mejor idea que intentar matar al mensajero, tal como lo tituló un medio colega. Otro groso error que le jugó en contra ya que muchos vecinos reaccionaron en defensa de la verdad y se animaron a contar sus malas experiencias.
Todo comenzó con la nota que Agustín Pérez dio a NotiNogo contando su precaria situación laboral y la de los demás trabajadores contratados por el Municipio.
La torpeza política de Amieva fue despedirlo. De ahí en más le siguió un aluvión de repercusiones mediáticas en radios, tv, medios gráficos y web provinciales en los cuales el intendente no hizo más que desmentir, sin asidero, todo lo que pudo.
Fueron muchas más las denuncias en contra de los manejos inescrupulosos del estado municipal que le dieron letra a éste y otros medios de prensa para cuestionar al Intendente de Nogolí y candidato a diputado provincial kirsnerista.
Más allá de toda discusión posible, lo que sí queda en claro es la falta de control por parte del Estado Provincial, que es permisivo con las arbitrariedades que se cometen en las delegaciones municipales, dándoles piedra libre para hacer y deshacer a su antojo a los jefes municipales a cargo de las pequeñas localidades donde impera una comunidad vulnerable, temerosa e históricamente manipulada.
El 14 de agosto se podrá hacer una evaluación política de lo que opina el pueblo, previendo así una antesala de la batalla final del 23 de octubre cuando se defina si la gente quiere un cambio o prefiere seguir llorando sobre la leche derramada.